Que mi hija pronunciase un sentido "¡qué chulo!" al entrar en el espacio exterior de la casa fue señal de que estábamos en el sitio perfecto, como así ha sido. Perfección en la recepción y atención de la excepcional dueña, perfección en la estancia, en la tranquilidad, en los colores,en los cielos nocturnos y diurnos, en los relajantes baños en la piscina y en los acogedores y distintos ambientes que rodean la vivienda.
Perfección en la cercanía con la mágica Granada y con los lugares en los que vivió y se inspiró el genial Lorca.
Y qué decir de la decoración de la casa. La exquisita sensibilidad de Nani ha logrado crear un lugar de ensueño en el que se respira paz y armonía. La nobleza de la madera, la belleza de los libros y la prestancia de la bodega se funden en un verdadero hogar que enamora para siempre. La originalidad y creatividad relucen en las puertas de las habitaciones y el baño, en los troncos que sustentan la chimenea o en la estantería y el espejo del dormitorio principal.
El espectáculo de las puestas de sol se puede disfrutar desde la cocina o desde la zona del tendedero. Es un goce para los sentidos ver ocultarse al sol desde la serenidad que concede la privacidad.
Cuando uno se despide de este paraíso, no queda más remedio que, como hiciera Boabdil al perder Granada, llorar.
Ha sido una suerte y un privilegio haber podido pasar unos días aquí, entre olivos, higueras, cipreses y chopos...Y acariciados, desde la distancia cercana, por el cariño de Nani.
Que mi hija diga que no se quiere ir es la confirmación del acierto.