Estuvimos a finales de Octubre dos matrimonios con un niño de 4 años cada uno. La casa está apartada del mundo, que es lo que buscábamos, en un pequeño pueblo de Ávila. Está totalmente equipada, tiene chimenea y leña para usarla, barbacoa exterior cubierta y carbón para usar, todo tipo de utensilios de cocina (incluyendo algunos que no suele haber como paellera, olla exprés o lavavajillas), te dejan todo lo necesario para desayunar (leche, café, cola cao, azúcar, aceite, mantequilla, mermelada, pan de molde, croissants, magdalenas...)
La casa estaba muy limpia y por las noches, en cuanto te alejabas tres metros de la luz de la casa, las vistas del cielo eran increíbles, llenito de estrellas. Además, el silencio para dormir era increíble. El pueblo está en mitad de una ruta de senderismo de montaña, por lo que un día hiciemos la ruta en un sentido y al día siguiente en el otro. Unos paisajes muy bonitos y unos caminos en los que nuestros hijos pequeños pudieron andar sin problemas.
El trato con Elena, que fue solo telefónico, y con su hijo David, que fue quien nos recibió fue muy amable.
La recomendamos sin duda para desconectar unos días.