A tan solo 15 minutos de la ciudad de San Rafael, en pleno contacto con la naturaleza, nuestro alojamiento brinda la cantidad justa de confort y tranquilidad para crear recuerdos de por vida para nuestros huéspedes.
En un entorno de absoluta tranquilidad, nuestra finca de 4 hectáreas, posee 60 hileras de 100 metros implantadas con vides de diferentes cepas de alrededor de 30 años de antigüedad.
Rodeada de diferentes explotaciones agropecuarias, hacia el sur, pueden apreciarse las montañas del Cañon del Atuel y hacia el oeste, las altas cumbres de la Cordillera de los Andes se imponen a la lejanía, entre atardeceres de majestuosos colores.
El sonido de la acequia irrigando los cultivos, los tucu tucu entablando largas charlas entre sí, las tijeras haciendo sus labores de poda o simplemente el ruido al “silencio absoluto” a la hora de la siesta, son otros de los deleites de la vida cotidiana en la finca.
Teros, horneros, carpinteros reales, chimangos, boyeritos blancos, entre otras especies de aves, alegran las mañanas con sus cantos hasta el último resplandor de sol. Y con un poco de suerte, alguna liebre o zorro puede descubrirse cruzando la finca.
En la entrada a Los Racimos, un pequeño bosquecito de acacias y álamos, invita a disfrutar de un típico asado argentino, degustando un buen malbec, bajo la sombra de esta añosa alboreda.
Arboles de manzanos, damascos y cerezos recientemente implantados, se mezclan con los aromas a jarillas, retamas, menta o incluso a tierra mojada. Hasta el viento Zonda con su típica polvareda o las repentinas tormentas que se forman, son un disfrute para todos aquellos amantes de la naturaleza.