Cabañas y casa rural en el Valle Sagrado – Naturaleza y desconexión

¡Hola! Soy Maribel, anfitriona de Casa Jazmín, madre de tres hijos y una apasionada del Valle Sagrado, donde crecí y donde hoy tengo el privilegio de vivir. Nací en Ollantaytambo, un lugar mágico que guarda mis primeros recuerdos y donde aprendí a valorar el ritmo tranquilo de la vida en comunidad. Mi formación en administración y mis prácticas profesionales en la municipalidad me ayudaron a ver de cerca la fuerza de nuestras raíces y el valor de cada rincón de este valle.

Desde hace más de catorce años decidí seguir mi pasión por la naturaleza, el cuidado de los demás y el compartir, y eso me llevó a emprender junto a mi pareja, Antonino, con quien comparto no solo la vida, sino también el sueño de crear espacios que inspiren y reconecten. Juntos fundamos el BIOMUSEO en Ollantaytambo, y luego nació este proyecto familiar que tanto amamos: Casa Jazmín.

Me encanta recibir personas de distintas partes del mundo. Cada huésped trae consigo historias, cultura y energía que enriquecen nuestro hogar. Mi parte favorita de ofrecer alojamiento es justamente esa: conectar con otros seres humanos desde la sencillez, el respeto y la calidez, creando experiencias auténticas en un entorno natural y acogedor. En mis tiempos libres disfruto de las plantas, cocinar con productos locales, dar masajes terapéuticos y salir a caminar por los alrededores con mis hijos. La vida aquí no es fácil, pero tiene una belleza serena que me sostiene cada día.

Elegimos Huayoccari porque es un lugar que aún conserva lo esencial: la tranquilidad del campo, el canto de los pájaros al amanecer, la generosidad de su gente y una vista espectacular del Valle Sagrado. Este pequeño poblado está rodeado de campos agrícolas, montañas que inspiran respeto y caminos que invitan a caminar con calma. Está ubicado estratégicamente: a solo media hora de sitios impresionantes como Ollantaytambo, Pisac o las Salineras de Maras, y a una hora y media de Cusco, pero sin el bullicio de los lugares más turísticos.

Aquí, en las faldas de la montaña que guarda la laguna de Yanacocha, encontramos no solo un lugar para vivir, sino un verdadero refugio para el alma. Este poblado nos regaló el silencio que necesitábamos, la tierra para sembrar nuestras plantas y el entorno perfecto para criar a nuestros hijos en contacto con la naturaleza.

Lo que más me gusta de esta zona es su energía pacífica. La noche cae suavemente, se escucha el canal de agua correr a lo lejos, y el cielo se ilumina con estrellas que parecen al alcance de la mano. Huayoccari no solo es bello, es auténtico, y compartirlo con quienes nos visitan es para nosotros un acto de amor y gratitud.

Lo que hace que Casa Jazmín sea un alojamiento único no es solo su ubicación privilegiada en el corazón del Valle Sagrado, sino el espíritu familiar, humano y transformador que ofrecemos a cada huésped. Aquí no solo encuentras un lugar para descansar: encuentras un refugio donde la naturaleza, el alma y la tranquilidad se entrelazan para crear una experiencia significativa.

El Valle Sagrado no es solo un destino: es un espacio donde el alma puede detenerse, sanar y recordar. Esta tierra viva guarda caminos de transformación, sabiduría ancestral y contención. Y Casa Jazmín se convierte en un punto de partida ideal para quienes necesitan cerrar ciclos, descansar profundamente o reconectar con lo esencial desde un lugar seguro, ético y con raíces.

Nuestra casa, rodeada de campos agrícolas y a solo hora y media de Cusco, te ofrece esa pausa que el cuerpo y el corazón a veces necesitan. Muy cerca de sitios como Ollantaytambo, Pisac o las Salineras de Maras, permite vivir el Valle con una mirada auténtica y pausada.

Lo que realmente nos distingue es la calidez con la que recibimos. Compartimos nuestra vivienda familiar con cariño, creando un ambiente donde cada detalle —desde las camas heredadas hasta la fogata bajo las estrellas— invita a relajarte, compartir o simplemente estar en silencio.

Aquí puedes preparar tu pizza en horno a leña, columpiarte en una hamaca al atardecer, meditar junto a los árboles frutales o leer en la sala temática frente a la chimenea. Y si lo necesitas, te acompañamos con actividades, caminatas o incluso un masaje reparador en nuestro pequeño spa.

En Casa Jazmín, te invitamos a vivir una experiencia de descanso real, conexión profunda y simple alegría de estar. Porque aquí, más que hospedarte, te reencuentras.