Decidimos un grupo de amigas, alejarnos del bullicio de la urbe y afianzar nuestra amistad en un entorno rural.
Nada nos hizo pensar que el lugar que habíamos elegido era el más acertado para ello. Cuando llegamos a El Rintxo, Rosa la propietaria, nos acogió calurosamente, a pesar del clima húmedo que nos recibió. Una mujer que es tan natural como el entorno en el que habita. Amable, hospitalaria, honesta y servicial. Acaso se puede pedir más?
La casa estaba cálida y en el salón una mesa preparada con un cuidado y gusto exquisitos, acompañaba un buen plato de queso con nueces, y a pesar de llegar de la cuna del vino Rioja, el chardonay con el que nos deleitó Rosa resultó fresco, afrutado y muy agradable al paladar. Las habitaciones, cada una decorada con un estilo a cual más acogedor, acompañaban en todas ellas, flores frescas del lugar. Tranquilidad, paz y sosiego.... qué más se podía pedir!!!
El entorno del valle de Amescoa es sin duda una maravilla de la naturaleza. Bien cerca, hayamos el nacedero del Urederra, que por las intensas lluvias acaecidas en los días anteriores, tenía sus cascadas con un torrente descomunal, que invitaba a quedarse ensimismado viendo lo que la madre naturaleza nos ofrecía y olvidando por unos instantes la urbe que tanto nos pesaba.
Recomendable totalmente para todo aquel que quiera evadirse del estrés en el que estamos sometidos actualmente y quiera reposar en una casa estupenda con todo lujo de detalles.
Esperamos volver pronto, Rosa.
Gracias por todo.