Encalada espera en el horizonte mecida por la brisa perfumada de la breña, sobre las viejas cuevas que habitaron sus primeros huéspedes. A la sombra de la piedra de tarifa, ostionera y caliza, despiezada por las sabias y curtidas manos del cantero, con las artes de las antiguas catedrales góticas, que viste sus manpostas y solerías. Y con encalada, la vida alrededor...