En primer lugar, y demostrando que las dos estrellas con las que se ha premiado el alojamiento son mĂĄs que suficientes, vamos a enumerar los detalles positivos, asĂ terminamos antes: la empleada que nos atendiĂł, que no era la propietaria, resultĂł de una amabilidad intachable, mostrando su simpatĂa y atenciĂłn en cuanto a subsanar los mĂșltiples errores de los que fuimos testigos a lo largo de nuestra estancia.
Teniendo en cuenta las incorrecciones posteriores, no es digno de menoscabar la eficiente limpieza del apartamento y la plenitud de equipamiento, asĂ como herramientas tecnolĂłgicas; todo ello lo encontramos en orden.
Ahora bien, estos aspectos no eclipsan en absoluto todo de cuanto adolece el apartamento, cosa que no provocarĂa tanta rabia si no fuera por el hecho de que se podrĂan evitar con un poco mĂĄs de informaciĂłn. En fin...
Lo principal y mĂĄs evidente es la falta de un mĂsero ascensor, montecargas, o al menos una de esas sillas para las personas impedidas; no encontramos nada de eso. Resultaba absurdo y fatigoso el tener que subir cuatro plantas una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... Gracias a Dios, aĂșn somos relativamente jĂłvenes y gozamos de buena salud cardiovascular, pero no quiero ni pensar lo que podrĂa haberle ocurrido a un anciano de ochenta años o a un señor que se dispone a visitar Pamplona con su silla de ruedas; acampar en el portal tampoco lo veo recomendable porque dudo que quepa en Ă©l una silla de ruedas. Ya que la propietaria ha obviado en la descripciĂłn este nimio detalle, lo aporto yo ahora.
En segundo lugar debo decir que me parece todo un acierto realizar las fotos del anuncio en versiĂłn panorĂĄmica; yo misma quedĂ© maravillada ante la amplitud de las habitaciones y el cuarto de baño cuando lo vi en Internet, pero ahora entiendo la magia del efecto Ăłptico. El baño ha encogido de una manera prodigiosa y a las habitaciones les habĂa salido una protuberancia en los techos a modo de buhardilla.
Las noches tampoco se salvan, pues, al ser un edificio incrustado en pleno centro, las juergas nocturnas estĂĄn garantizadas, y mĂĄs en fin de semana. Yo estuve tentada a bajar con ellos en vista del consecuente insomnio.
A esto se le puede añadir deficiencias como el suelo es vĂctima de la antigĂŒedad de la casa, que el aire acondicionado es lo mĂĄs parecido a un ventilador del "Todo a Cien" y que si me asomaba a la ventana del salĂłn y la cocina podĂa ver lo que cocinaban los vecinos. Pero siempre nos quedarĂĄ Pamplona.