Nos decidimos por pasar nuestras vacaciones de Navidad en Sóller, recomendados por unos amigos que veranean en este precioso pueblo mallorquín. En un primer momento habíamos reservado otra casa a través de Homeaway pero enseguida que llegamos, el día 21 de diciembre, empezaron los problemas. Calefactores que no funcionaban, falta de ropa de cama y toallas y un jardín imposible de usar por la falta de mobiliario de exterior. Tras 2 noches decidimos cambiarnos, y por suerte encontramos esta preciosa casa. La falta de jardín nos echaba atrás, pero las fotos y la rápida comunicación con Biel, quien la alquila, nos decidieron a alquilarla. Y toda la familia pensamos que ha sido la mejor decisión que hemos podido tomar. La casa es espectacular, es enorme y además tiene muchas comodidades que la hacen muy especial. Por ejemplo, la casa es tradicional y antigua, se ve al entrar, pero ha sido completamente reformada, y con mucho gusto. Así que para nada notas que estás entrando en una casa gastada, todo está perfectamente colocado, se ve limpio y nuevo. La entrada es fabulosa, así como la cocina-comedor, que es donde pasamos gran parte del tiempo. Las camas son súper cómodas, especialmente las grandes. Hay aire acondicionado, y la casa fácilmente se puede mantener a una temperatura más que aceptable para el invierno. Los niños disfrutaron en la sala del sótano, equipada con un futbolín, mientras que los mayores nos pudimos relajar en una de las dos salas de estar e incluso tomar un jacuzzi! Pasamos una Navidad tranquila y también intensa, con juegos de mesa y buena comida, en fin, lo que necesitábamos!
Nos gustó mucho la situación de la casa. Aunque no hay parking privado, se puede aparcar cómodamente en una de las dos calles traseras. Además el centro está a menos de diez minutos caminando, lo que facilita mucho el moverse con niños en un lugar donde la mayoria de calles son muy estrechas.
En cuanto a visitas, recomendar Can Prunera, el museo modernista de Soller, muy cerca de la casa. También el colmado de la Calle Sa Lluna. Los restaurantes del centro están muy bien, nos encantó Cafe Scholl.
Finalmente, unas palabras de agradecimiento al ahora nuestro amigo Biel, que nos ayudó muchísimo a cambiarnos de casa casi en plenas fiestas de Navidad, y también a los propietarios por mantener la casa tan bonita y reluciente.
Esperamos volver pronto y disfrutar ya de la terraza que empezaban a construir tras nuestra estancia, seguro que las vistas son fantásticas.