Nuestra estancia en La Tiná estuvo por encima de nuestras expectativas en muchos aspectos: la atención del propietario (Luis, gracias), el magnífico entorno, la amplitud de la casa, la cuidada decoración, la tranquilidad, la ubicación en las proximidades de lugares de los que nunca habíamos oído hablar, pero que constituyen un descubrimiento (Hornos, Segura de la Sierra...).
Como oportunidad de mejora: mayor generosidad en la dotación de la casa. Somos de los que pagamos con gusto un poco más por evitar tener que comprar, por ejemplo, papel higiénico, una balleta, un paño de cocina, sal, azúcar...
No queremos olvidar el restaurante de La Tiná. Produce mucha satisfacción encontrar en un lugar recóndito de la sierra jienense un restaurante en el que degustar un menú original (memorable la crema y el codillo), cuidado con mimo, explicado con cariño y acompañado de interesantes propuestas de vinos. Una singularidad que merece la pena probar.