La casa es ideal para una familia o un grupo de amigos. Tiene el atractivo de ser propiamente una casa de pueblo habitada por la misma familia durante mucho tiempo, con los muebles y detalles que deja en herencia el paso de las generaciones y con un pasado muy vinculado al territorio. No es un chalet, no es una segunda residencia, lo cual aumenta su atractivo, que no es convencional o estándar. El pueblo está muy bien situado. Desde él se pueden visitar, sobre todo, dos departamentos: las Bocas del Ródano y Vaucluse, lo que en ciudades se traduce en: Marsella, Aix-en-Provence, Arlés, Isle-sur-la-Sorgue, Aviñón, Orange. Súmense a ello los extraordinarios pueblos del Luberon: Gordes, Roussillon, Ménerbes, Lourmarin... y el Parque Nacional de las Calanques, los parques naturales de Alpilles y la Camarga... Los anfitriones hablan en un perfecto español. La comunicación es rápida y agradable. La casa dispone de un jardín delantero que es una delicia. Lamanon es un pueblo muy tranquilo, limpio, ordenado, y, como ya he comentado, muy bien comunicado, con algo de comercio e hipermercados a cinco kilómetros. Tiene incluso una estación de tren para ir, en este medio, a Marsella o Aviñón. En la primera quincena de agosto de 2022 ha hecho un calor inhabitual, eso sí, pero debe saberse que la planta baja de la casa es bastante fresca. Para los dormitorios, situados en el primer y segundo piso, los anfitriones compraron este año unos eficaces ventiladores.